Diploma a la enfermera desconocida
Diploma a la enfermera desconocida
El 7 de julio pasado, ocurrió un lamentable hecho en
nuestra ciudad, todos nos dimos cuenta del incendio en las oficinas públicas
del Ministerio de Hacienda, fue considerable, del cual resultaron numerosas
víctimas con diferentes lesiones.
Sin duda nos conmovieron semejantes imágenes dantescas,
más aun cuando se tiene el conocimiento de la gravedad de estas lesiones, las
temidas quemaduras, con solo pensarlo se me estruja el corazón, me imagino qué
sienten las víctimas, qué pasa por sus mentes en esas circunstancias.
Como todos recordamos fue una tarde caliente la del 7
de julio, de esas en la que el trópico húmedo te envuelve, te sofoca, que casi no
te deja respirar, y aun más para nosotras, el personal de enfermería, y porqué digo esto. ¿dónde
creen que terminaron todos esos trabajadores lesionados del Ministerio de Hacienda?
En el área de emergencia del hospital del ISSS, sobre la 25 av. Norte.
En el hospital era todo un embrollo, gente corriendo, otras
llorando, gimiendo y haciéndose todo un alboroto, pero dentro de ese relajo, todos
ayudando; médicos, enfermeras, terapistas; en fin, una cantidad considerable del personal de
salud.
Estoy consciente y confirmo categóricamente que todos dimos lo mejor a
cada una de las víctimas, pero de lo que sí estoy más que segura es la
entrega y abnegación de mis colegas de enfermería.
Merito a quien lo merece
A los pocos días del acontecimiento veo publicaciones
donde se reconoce a fulanito y menganito por actos heroicos, por los
servicios prestados y todo eso.
Y bueno esto no está mal, perfecto, pero lo que me
llamó la atención fue que en ningún momento se mencionó el arduo trabajo que
desempeñó el personal de enfermería.
Esa enfermera, ese enfermero que dejó de cenar para atender a las víctimas, el que
no le importó extender su turno y dejar a su familia, quienes se movían de aquí para allá y de allá para acá, en un interminable frenesí; sí, quienes siempre están ahí en
emergencias las 24 horas, que hacen su trabajo sin importar las condiciones de
sobrecarga extenuante, tanto físico como psicológico, porque ese personal es el
que está en primera línea ante el paciente y sus dolencias.
En última instancia todo es responsabilidad de nosotras, todo, desde lo más simple a lo complejo, como alcanzar un urinal, ser compañía, sostener una mano en angustía, ser psicólogas, ser guía espiritual, ser custodio; y hasta a veces lo más complicado como cuidar y cumplir tratamientos delicados: manejar monitores, aparatos de infusión, electrocardiogramas, aparatos de diagnóstico y toda clase de artefactos para sacar adelante a un paciente.
En última instancia todo es responsabilidad de nosotras, todo, desde lo más simple a lo complejo, como alcanzar un urinal, ser compañía, sostener una mano en angustía, ser psicólogas, ser guía espiritual, ser custodio; y hasta a veces lo más complicado como cuidar y cumplir tratamientos delicados: manejar monitores, aparatos de infusión, electrocardiogramas, aparatos de diagnóstico y toda clase de artefactos para sacar adelante a un paciente.
Por hacer que los
enfermos no se sientan solos y principalmente, por hacer de este mundo un lugar
mejor para ellos, después de todo es nuestra vocación.
El amor y aguante con que
las enfermeras tratan a los pacientes es fundamentale para su recuperación,
eso lo sabemos. No solo las medicinas curan a las personas, es importante que
reciban afecto y en eso las enfermeras tienen un rol muy importante, nuestro estoicismo
es parte de la cura. Las manos de las enfermeras son manos suaves y llenas de
ternura, nuestra voz calmada y ayuda cuando sentimos la tristeza del derechohabiente.
Pero bueno, el punto es que la semana pasada llegué a
mi área de trabajo y escucho el anuncio que habrá un evento para reconocer la
abnegada labor del personal del ISSS, y convocan al personal de enfermería al evento.
Y en mi mente dije: Que bien, al fin nos van a reconocer nuestra invaluable labor, - y muy contenta llego al evento. Veo y escucho toda aquella retórica, y reconocimientos a este y al otro, y está bien, médicos y paramédicos,
incluso hasta ordenanzas… pero de
repente veo que pasa el tiempo y se dilata el acto de reconocimiento más y más.
Al final me pregunté: ¿Qué pasó con enfermería? ¿En
qué momento nos van a reconocer nuestra labor?, ¿y ustedes cuál creen que
fue mi decepción? Nada, no pasó nada, fue un hecho que me molestó, y a la vez me
frustra.
Enfermería siempre es la heroína desconocida, invisible, la que no es valorada, a pesar de ser un pilar fundamental en la recuperación de la salud de las personas, es esa súper heroína, pero que nunca es vista, nunca es reconocida su invaluable trabajo, y me pregunto: ¿Hasta cuándo será el día en que saldrá a la luz nuestro trabajo, hasta cuando dejaremos de ser invisibles, hasta cuándo nos darán el valor que merecemos?
Enfermería siempre es la heroína desconocida, invisible, la que no es valorada, a pesar de ser un pilar fundamental en la recuperación de la salud de las personas, es esa súper heroína, pero que nunca es vista, nunca es reconocida su invaluable trabajo, y me pregunto: ¿Hasta cuándo será el día en que saldrá a la luz nuestro trabajo, hasta cuando dejaremos de ser invisibles, hasta cuándo nos darán el valor que merecemos?
Por ello quiero entonces entregar este diploma simbólico,
no oficial porque las autoridades no reconocen nuestra labor, pero yo sí, un diploma donde
reconozco la valentía y nobleza de nuestras enfermeras y enfermeros desconocidos,
pero vitales para los pacientes y para el buen funcionamiento del hospital.
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